Dificultades relacionales en los niños y adolescentes

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Relacionarnos con los demás es muy importante. Vivimos en sociedad y estar en contacto con otros nos enriquece, nos permite conocer otras formas de ver la vida y nos amplía posibilidades a la hora de hacer nuevas actividades, conocer nuevos lugares y en definitiva relacionarnos y compartir con otros. Tanto la familia y la escuela como el acceso a otros grupos de pertenencia son ámbitos privilegiados para el aprendizaje de habilidades sociales, siempre y cuando estos contextos puedan proporcionar experiencias positivas para adquirir comportamientos sociales, ya que se aprende de lo que se observa, de lo que se experimenta (propias acciones) y de los refuerzos que se obtiene en las relaciones interpersonales; también se aprenden comportamientos sociales de los medios de comunicación como la utilización de productos simbólicos de la cultura.

Podemos describir las habilidades sociales como un conjunto de conductas que permiten al individuo desarrollarse en un contexto individual o interpersonal expresando sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de un modo adecuado a la situación.
La interacción con los pares supone el aprendizaje de numerosas habilidades sociales para el niño. Así se aprende a dominar o proteger a los pares, a asumir responsabilidades, a devolver favores, a considerar los otros puntos de vista y a valorar las habilidades de los otros.

Un recurso muy importante para la aceptación del niño por parte de los pares es la habilidad para regular emociones, ya que controlar las reacciones emocionales le permite comprender las diversas variables de una situación social y no sentirse abrumado por su propio estado emocional.  Otros recursos también importantes en esta edad son las habilidades para esperar turnos, guardar silencio cuando otros hablan, mostrar comprensión no verbal, habilidades para entablar un diálogo, para jugar e integrarse a grupos, entre otras.

Observamos algunos niños, que por diferentes razones, puede que no dispongan de unos recursos mínimos para desarrollarse adecuadamente en los aspectos relacionales. Las consecuencias pueden ser aislamiento social, rechazo, a veces agresividad, y, en definitiva, un desarrollo menos feliz y limitado en sus posibilidades de crecimiento. Una base sólida de autoestima y confianza en sí mismos les facilitará intervenir en juegos y actividades con el resto de compañeros, y poder disfrutar de ello.

La adolescencia es un período crítico para la adquisición y práctica de habilidades sociales más complejas; supone nuevas exigencias y retos comunicativos, la falta de habilidades sociales puede ser especialmente doloroso y se puede vivir con mayor angustia.

Proporcionar un espacio en el que ayudar a mejorar y aprender nuevas maneras de poder hacer y relacionarse puede ayudar a los niños y adolescentes a desarrollarse de una manera más saludable y constructiva.

Resulta particularmente necesario el diagnóstico preciso y la intervención oportuna para el logro de habilidades
sociales que contribuyan al bienestar psicológico del niño/ adolescente. De allí que resulta particularmente relevante para las prácticas psicológicas el diagnóstico e intervención para el logro de habilidades sociales salugénicas.

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