El proceso diagnóstico es una tarea compleja, que nos permite identificar y entender al niño en la globalidad de su desarrollo (biológico, psicológico y social). Este comprende una primera parte específica de evaluación en la que el profesional conoce el niño y su contexto, a partir de las entrevistas con la familia, la observación y los instrumentos específicos. La evaluación debe recoger tanto las dificultades, trastornos o déficits como las capacidades, aptitudes y potencialidades del niño y la familia.Hay que conocer las áreas de desarrollo motor, perceptivo-cognitiva, comunicación y lenguaje, autonomía personal, emocional-social, relacionada con la familia, necesidades y recursos relacionados con el entorno, condiciones en la escuela y otros entornos.
Entendemos que la evaluación no es algo necesariamente instrumental sino que debe incluir procesos de observación y escucha, fundamentados con conocimientos y buen sentido clínico.
Aún así, es el punto de partida de todo el proceso que concluirá al final con un diagnóstico dentro de la clasificación pertinente, que nos permitirá un entendimiento entre profesionales y las intervenciones y tratamiento a seguir. La importancia de un diagnóstico funcional más allá del etiológico o sindrómico en el que nos muestra las causas y la entidad patológica del niño, es algo relevante en nuestra práctica clínica para facilitar nuestras intervenciones y un tratamiento adecuado que posibilite el desarrollo funcional del niño.
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