Muchas relaciones tanto de pareja como de amistad, carecen de estabilidad lo que significa que no son capaces de mantenerse en una hemostasis que les permita mantener la calma y la tranquilidad. Al final nos acostumbramos a esta inestabilidad convirtiéndose en algo normal y de costumbre. Es cuando aparecen los problemas, las insatisfacciones y la intranquilidad. Se trata de relaciones que enganchan, sentimos como que quedamos atrapados en una red negativa, convirtiéndose en una relación tóxica y dependiente en la que nos vemos inmersos sin saber salir.
Hablar de una relación tóxica es hablar de baja autoestima, de creerse salvador de la otra persona, de asumir el papel de víctima, del deseo de estar acompañado a cualquier precio, cumplir un rol social o el miedo de avanzar por la vida. Cuando las vemos desde fuera, se nos hace difícil entender cómo alguien que la padece es capaz de soportarla. Es como una droga que sabes que es mala para ti, pero que no eres capaz de deshacerte de ella. Sin embargo, la cruda realidad es que la mayoría de las personas que están pasando por esta situación no son capaces de verla con claridad. Un factor común en este tipo de parejas, además de la infelicidad, es que siempre hay uno de los que intenta constantemente sostener esta relación por muy imposible que esto resulte, desgastándola de esta manera aún más y provocando una mayor insatisfacción.
La importancia del trabajo personal y la individualidad del sujeto contribuye a poder cambiar este tipo de relaciones e incluso salir de ellas, trabajando la autoestima, estableciendo límites al malestar y aprendiendo a comunicarse asertivamente como puntos claves del inicio de un tratamiento.
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