La decisión de ser padres o el momento inesperado de llevar un hijo el mundo es vivido por cada pareja y cada sujeto de manera diferente. La invasión de dudas y preguntas son destacables en estos momentos en los que cada uno empieza a imaginarse como será su hijo y como seremos como padres.
Nadie nos prepara para llevar a cabo una maternidad o paternidad, aunque hay que tener presente que es algo instintivo y que se puede aprender. Nadie nos lo enseña pero estamos preparados para poder hacerlo. Winnicott hablaba de la intuición de ser madre y en el que la relación emocional entre bebé y madre es algo primordial.
A la hora de ser padres hay que tener en cuenta que antes vivimos la experiencia de ser hijos. Tanto el padre como la madre deben conocer, saber qué quieren, como se imaginan desarrollando el rol de madre / padre y qué miedos le surgen.
Ser madre / padre es una experiencia que proporciona diariamente pequeños placeres que se amontonan, momentos que rayan la felicidad. Pero a menudo es una tarea difícil. Cuando nos enfrentamos a la experiencia vital de ser madres o padres, sabemos muy poco sobre cómo funcionan las criaturas. Tenemos una imagen muy idealizada de la maternidad y un gran desconocimiento sobre el desarrollo del niño en los primeros años y sobre el papel de los padres en este desarrollo. La importancia de tener una actitud abierta hacia el aprendizaje y no mostrar una actitud defensiva dirigida a justificar nuestras acciones, contribuye a una buena crianza y atender las necesidades de desarrollo de los niños.
Hay aspectos importantes a tener en cuenta por ayudar a un buen desarrollo del niño a nivel psíquico y afectivo.
La importancia de la afectividad y de un buen vínculo con el bebé contribuye a un buen desarrollo, tanto cognitivo, motriz como afectivo. Aunque a veces se hace pesado poder transmitir mejor a nuestro hijo, ya que son momentos de cambios, de fragilidad ya veces apáticos segundo el estado de la madre. Poder disfrutar del hijo es algo esencial, salir de la presión si esta bien o no lo que se está haciendo y de los consejos que todo el mundo suele hacer.
Desde que nace, el individuo vive con relación. Esto quiere decir que la construcción de su personalidad viene básicamente determinada por las experiencias relacionales. La mirada de una madre a su niño contribuye a que este sepa que está en la mente del otro, que tiene un espacio en el otro, con interés y afecto hacia él. La ayuda a situarse en el espacio y le aporta un clima emocional.
El concepto de unidad originaria de Chbani y Pérez-Sánchez (1998) nos ofrece entender cómo las 3 mentes (padre, madre y bebé) se unifican en concordancia; el nacimiento del pensamiento tiene lugar en un estado primitivo de interjuego entre padre, madre y bebé. Es precisamente en este “estado”, que presupone al bebé una cierta capacidad para la percepción y las relaciones de objeto, y otorga a los padres la capacidad de ensoñación (contención), donde se crean las bases sobre las que se establecen las fantasías de una buena relación parental.
La posibilidad de ponerse en el lugar del bebé, entenderlo para poder transformar su malestar o sus sentimientos es lo que se conoce como “capacidad de Reverie”, concepto aportado por Bion. El bebé descarga a la madre lo intolerable, desagradable, incomprensible o desubicado, ocasionado por sensaciones, percepciones o sentimientos que le generan ansiedad. Necesita que ella los contenga y le ayude a elaborar con la función Reverie. Es el estado mental necesario en la madre para estar en sintonía con las necesidades del bebé.
La importancia de los hábitos diarios y las rutinas en los niños les ayuda a la organización psíquica y su desarrollo y hay que realizarlo acompañante en los sentimientos. Los niños necesitan seguir una rutina para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente. Esta rutina establece horarios, pero además los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional, que les proporciona un mecanismo importantísimo para su educación y para la construcción de su personalidad.
A partir del 8 meses de vida, el niño toma conciencia de que está en este mundo. Es en este momento en el que los niños experimentan la ansiedad por separación, empiezan a sentir que la madre no está siempre presente ni es una continuidad de él. El bebé empieza a sufrir emocionalmente: tiene problemas para dormir, echa de menos los padres si no están, tiene rabietas o come mal. Muchas madres atraviesan esta etapa con dudas y ansiedades, ya que el bebé, que ya había empezado a establecer una rutina de comida y sueño, comienza a inquietarse fruto de esta ansiedad y altera la estabilidad familiar.
Es también en este momento que comienza a investigar el mundo que lo rodea, con los desplazamientos con la ayuda del rastreo, por lo que son momentos en el que los padres empiezan a poner límites, y una educación más marcada. Los miedos, las ansiedad, las depresiones son parte de la vida emocional normal del niño (y el adulto) y hay que aceptar y respetar estos sentimientos tratando de dar tiempo al niño para superar naturalmente; no para evitar sino para superarlos. La angustia del octavo mes o ansiedad por la separación de la madre es, en realidad, una etapa en el camino hacia la adquisición de uno de los aspectos básicos de la personalidad, como es la constancia emotiva del objeto, es decir, la capacidad de representarse constantemente en la memoria una imagen mental de la madre. Durante esta ausencia es capaz de representar constantemente en la memoria una imagen mental de la madre, por lo que su presencia ya no le es indispensable como antes. Esta imagen se vuelve tranquilizadora por sí misma y el niño puede continuar con sus juegos y actividades de manera satisfactoria aunque esté solo
Es fundamental que nuestra acción como padres y madres esté orientada en satisfacer sus necesidades tan cambiantes, y por ello, la capacidad de escucha y entender el mundo interno de los bebés, se convierte en algo esencial. Muchas veces vemos conflictos donde solo hay necesidades, pero muchas otras veces hay necesidades que no sabemos atender correctamente y que con el tiempo, pueden convertirse en conflictos. Lo ideal en el desarrollo infantil es realizar intervenciones óptimas; una intervención adecuada en el momento oportuno.
Tal y como nos expresa este artículo, las dudas, miedos, inseguridades ante la próxima o reciente maternidad invaden las consultas de los pediatras, ginecólogos, ya veces psicólogos, por lo que es fundamental atender y comprender el momento vital que atraviesa la persona con el objetivo de prevenir y contener en el momento oportuno desde varias vertientes. Una escucha activa, empática y responder a las preguntas que les angustia, son elementos claves para acompañar en este momento de vida.
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